La autora, que competía con otros cuatro finalistas seleccionados entre 351 obras, había presentado este trabajo bajo el título ficticio de Campos de fuerza y oculta tras el seudónimo de Susan Storm.
En su intervención la noche de ayer, Merino recordó que “el Premio Nadal lleva 76 años celebrando la literatura” y mencionó la importancia del año 2020 debido a la celebración del aniversario luctuoso de Galdós.
Por Jose Oliva
Barcelona, España, 7 de enero (EFE).- La escritora madrileña Ana Merino ha ganado esta noche del Día de Reyes la 76 edición del Premio Nadal con su primera novela, El mapa de los afectos, que había presentado bajo el título ficticio de Campos de fuerza y oculta tras el seudónimo de Susan Storm.
La escritora madrileña, que competía con los otros cuatro finalistas seleccionados entre las 351 obras presentadas al galardón más antiguo de las letras hispanas, procedentes de España y de todo el mundo, ha explicado que “la literatura nos hace creer en los demás, nos permite empatizar con el alma humana”.
En su intervención, Merino ha recordado que “el Premio Nadal lleva 76 años celebrando la literatura y eso es formidable y más en año tan especial como 2020, porque se celebra el aniversario de la muerte de Galdós y también el centenario del nacimiento de Delibes” y ha confesado que “el Nadal es un premio que me ha formado, he crecido leyendo La sombra del ciprés es alargada, El Jarama, Entre visillos o Primera memoria.
El mapa de los afectos, que se publicará el próximo 4 de febrero, es, a decir de su autora, “una novela en la que los personajes que me han inspirado son genuinamente buenos, porque creo en la bondad” y considera que “la novela puede ser considerada un alegato a favor de la bondad”.
A su juicio, esa bondad “alimenta una percepción del mundo que nos ayudará a todos a salir adelante”.
La novela arranca con una maestra de preescolar que tiene dudas sentimentales y que está trabajando con un niño de 5 años que sufre mucho después de que su madre haya desaparecido de forma súbita.
En la novela de Merino, sus personajes van evolucionando en una geografía de varios continentes, Estados Unidos, España, el mundo de los veteranos de guerra, y ellos se van enfrentado a esas dificultades: “Me interesa ver cómo evolucionan esos personajes y quiero jugar sobre cómo interactúan las personas”.
Esta novela arranca con un suceso muy doloroso, reconoce la autora, y frente a eso ese sustrato de bondad ayuda a superar ese momento”.
Después de 25 años viviendo en Estados Unidos, adonde llegó “sólo como poeta” y después de haber ganado el prestigioso Premio Adonais, Merino, que tiene hoy 48 años, se considera “una novelista de 25” porque su experiencia americana es la que “ha construido mi imaginario como narradora”.
Se trata, ha precisado, de “un imaginario de la América del medio oeste, que es la que he respirado y observado y de donde fluyen muchos personajes de diferentes edades en la novela”.
No es consciente de hasta qué punto su alma poética contamina su espíritu narrador, pero conviene que “la construcción literaria utiliza la poesía porque te da un ritmo maravilloso” y acierta a decir que su mundo poético tiene “muchos guiños narrativos”.
Percibe Merino que ha sido algo natural haber llegado a la novela, aunque es consciente de que cuando trabaja la poesía lo hace “desde una emocionalidad”.
La profesora de escritura creativa que lleva dentro también le ha sido útil: “Soy muy metódica y observadora, y se aprende mucho de las lecturas”.
En la misma velada, que cada año supone la apertura de la temporada literaria, poco antes del Nadal se ha fallado el 52 Premio Josep Pla de prosa en lengua catalana, ambos convocados por Destino, y que ha recaído en la escritora barcelonesa Laia Aguilar por su novela Pluja d’estels, que estará en las librerías a partir del 5 de febrero, publicadas ambas ganadoras por Destino.